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FLOR CAMPO

Mi captura es una de las cosas más bonitas que me han ocurrido en la vida. 

La mujer de los sueños imborrables

Flor* es una de las tantas jóvenes que no escogieron ser parte del conflicto armado, nació dentro de este hace 21 años en Nariño, hija de dos guerrilleros y rechazada por su madre, motivo por el cual odiaba ser mujer; hasta los 10 años vivió con familias diferentes a las que el grupo armado pagaba una mensualidad por sus cuidados, a esa edad entró a ser parte del campamento del “Paisa” en la compañía de Teófilo Forero que opera en el Tolima y Caquetá, donde inició un curso básico que consistía en aprender a disparar y la inteligencia que se debía realizar en el momento de sacarle información a los militares.

 

Anualmente las FARC hace reuniones para realizar planteamientos y crear nuevas estrategias, por este tipo de reuniones Flor alcanzó a conocer la mayoría de los 44 frentes que conforman al  grupo armado.

 

A los17 años fue capturada por el Ejército en el departamento del Cauca en un enfrentamiento armado, considerando este momento como una de las cosas más bonitas que le han ocurrido en la vida, ya que en ese instante los militares pasaron de ser sus enemigos a ser sus amigos, con ellos supo lo que era divertirse, por primera vez tuvo una Barbie en sus manos y hasta jugó futbol.  

 

De Cali pasó a Pereira, donde empezó a considerar que acostumbrarse a la vida civil era muy difícil, pues todo cambia, “Ser parte de la guerrilla era como ser animalitos en la selva, los ruidos de los carros son diferentes, no se sabe qué es una carrera, un semáforo, no se tiene conocimiento de absolutamente nada, para mí era increíble poder dormir tranquila en una cama” dice Flor.

 

En marzo del 2015 ingresó a trabajar al Parque Nacional de Cultura Agropecuaria, Panaca, donde su primer acercamiento al lugar fue la realización del recorrido como el que hacen todos los turistas, en el que encontró un gusto inmediato por la estación de Porcicultura, en ese momento le dijo a su profesor que se quería capacitar en esa estación; junto a los cerditos empezó a crecer como persona, pues en el momento de asistir el primer parto de uno de los animales, cayó en cuenta de lo que sufrió su mamá cuando la trajo al mundo, en ese instante dejó el rencor a un lado y por primera vez le dio gracias a Dios por haber sido mujer.

 

Actualmente estudia técnica agropecuaria y considera que cuando sea una profesional y tenga todo, Dios le va dar la oportunidad de sentir esas sensaciones a las que antes le tenía repudio, como los privilegios que trae ser mujer. En casi dos años de pertenecer a Panaca se ha ganado el cariño de todos, tanto así que sus padres adoptivos son Jorge Ballén, dueño del parque y Mónica Loaiza, la directora de cultura organizacional de la empresa. Entre los jóvenes desmovilizados que pertenecen al plan de reintegración del Parque, Flor es la representante de ellos ante el Ministerio de Justicia, hasta donde ha llegado a contar su testimonio para sensibilizar a los colombianos. 

*(Nombres sin apellidos para proteger la seguridad de la fuente) 

Un verdadero acto de perdón - Flor Campo
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